Querido Paco:

Quiero escribirte hoy mi segunda carta, en este día tan especial del tercer aniversario de tu fallecimiento. La primera fue para corresponder a unas afectuosas palabras que me dedicaste con todo tu cariño y que guardo y releo muy a menudo porque me reconfortan.

̈Querida Pilar, ya estoy rondando mis juveniles 90 años, y si lo recuerdo es para que tú memorices los racimos de ellos que se han ido deslizando desde que nos conocimos en tu Politécnica. Cuántos años y siempre bien convividos sin una coma mal puesta ni borrada, y tú eras siempre la conviviente.

Por todo ello mi agradecimiento por el sosiego que nos ha acompañado siempre sin interrupción y que sabes que las puertas de mi casa siempre las has encontrado abiertas y sigo con la esperanza de que llegue aún tu respiración tan saludable. A mi edad se necesitan muy buenos reconstituyentes, gracias muchas, Pilar.

Contigo como siempre

Paco Brines

Nos conocimos en 2001 al comisariar la exposición pictórica “Miradas desde Elca iconografía plástica en la poesía de Francisco Brines”, realizada por el catedrático canario Eduardo Camacho y que pudimos contemplar en la Universidad Politécnica de Valencia y en la cripta de Santa María la Mayor de Oliva. Fue suficiente una tarde de charla contigo para que me hicieras necesitar tus poemas que me ayudan a llenar felizmente tantos y tan buenos momentos de mi vida. Nos hiciste olvidar la existencia del tiempo porque nos enseñaste a oler el jazmín inocentemente. Nos sedujiste con tu mirada de niño asombrado. Supiste transmitirnos secretos y tus poemas son hoy el amuleto que me acompaña siempre. En aquel mismo año, recibiste la máxima distinción académica que otorga nuestra universidad, el “Doctorado Honoris Causa” y tuve el inmenso honor de ser tu madrina.

La dimensión creadora de tu poesía, la voz personal que has ido construyendo desde el amor a la vida y la consciencia de su tránsito, desde la elegía y la exaltación a un tiempo, siempre empeñado en una vigorosa meditación, te llevan a pertenecer a una de las mas espléndidas generaciones poéticas españolas, la del 50. Tu voz inconfundible ha resaltado por su tono meditativo y la fidelidad a una concreta visión del mundo. Unos poemas en los que la luz de esta tierra y su paisaje no han estado ausentes ni han sido un mero escenario, sino una consecuencia más del vivir que entraña tu poesía. Por eso regresaste a Elca en Oliva, a la casa familiar, que es el territorio de una infancia que bulle en tu poesía, como quien vuelve a su patria, esa patria que para Rilke era la infancia y que quizá también lo fue para ti, una casa solariega del XIX, rodeada de naranjos, donde creció tu obra, despertó tu mirada fecunda, con el recuerdo permanente de lo que fue el amor.

Quiero resaltar tu atento seguimiento de la poesía nueva, tu apoyo a los más jóvenes, esa generosidad con todos, pero en especial con los que empiezan.

Acabaré subrayando las dos características que, en palabras del poeta valenciano Vicente Gallego, te definen: la curiosidad y la generosidad; una curiosidad que siempre te ha llevado a interesarte por esa aventura que es la vida en todas sus vertientes y que te ha convertido en un verdadero maestro de la más joven generación de poetas.

Tu siempre amiga
Pilar Roig

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